Este maravilloso efecto es espectacular no sólo por toda la magia que conlleva sino por la intervención de las personas asombradas por tan bella actuación.
David Copperfield es un fabuloso maestro de la prestidigitación más pura y que emplea menos elementos.
Espero que estéis alerta al radar de dónde aparece y desaparece este símbolo de Nueva York.
Aquí vuelve a ser importante lo que hace y también cómo lo hace.
Al mismo tiempo de realizar la desaparición se deja escuchar el réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart que da a la función una pincelada de seriedad, formalidad y mesura.
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