viernes, 1 de abril de 2016

Sensación en hipnosis con Mario el mago

No sé si esta entrada la escribo más para ti o para mi. Quizá un poco para los dos.

Hace poco comentaba con un amigo cómo poco a poco se nos van olvidando detalles de las cosas que nos pasan, de los recuerdos, de los momentos y que quizá sería una buena idea mantener un diario con esas anécdotas que siempre acabas contando en una reunión de amigos y donde acabáis con las mandíbulas por los suelos porque no podéis parar de reír.
Dicen que recordar es volver a vivir, así que...recordemos, que si vivir es una fantástica aventura (como decía Peter Pan) volver a vivir debe serlo más aún.


Me considero una persona con suerte. Iba a decir un hombre, pero lo he escrito y no me ha gustado, que parece que soy un adulto, con lo mal que suena la palabra "adulto"... Pues eso, que soy alguien afortunado. Afortunado por muchísimas razones, pero ayer tuve la grandísima suerte de probar en vivo y en directo la hipnosis gracias a Mario el mago.


Ya, lo sé. Sé que quizá tú no crees en estas cosas, pero yo no te estoy hablando de creer o no creer. Te estoy hablando de que lo viví. Si lo que quieres es ver para creer en unos días subiré el video que me hicieron mientras yo estaba en estado de hipnosis. Lo podrás ver en el canal.
Pero yo quiero hablar ahora de experiencia. De vivencia, de sensación.
Comienza la aventura:
Mario empezó con otro chico a hipnotizarlo y, como yo ya sabía lo que iba a hacer, estaba siguiendo también sus instrucciones para meterme en ese estado. No era tan fácil como yo me creía, claro. Pero sí que cuando él movía su dedo y decía que el chaval se fijase en la yema de su dedo y yo lo hacía notaba que los párpados me pesaban más de la cuenta. En ese momento yo no entré en estado de hipnosis pero sí lo hizo el otro chico.
Después me tocó el turno a mi.
Lo primero que Mario hizo fue relajarme. Para poder entrar en estado de hipnosis tienes que hacerlo voluntariamente y estar en un estado de súper relajación. Y así fue. Fui relajando mi cuerpo poco a poco. Luego comenzó el momento de entrar. Miraba la yema de su dedo mientras él la movía en círculos y cada vez mis párpados pesaban más, se entrecerraban y me costaba mantenerlos abiertos. Me dio un toque en la frente y mi cabeza cayó sobre los hombros como si estuviera dormido, pero no estaba dormido. Yo era consciente en todo momento de lo que iban diciendo los de mi alrededor y, por supuesto, de la voz de Mario.

Comenzó con un ejercicio simple. Me iba diciendo que mi brazo derecho cada vez pesaba menos, cada vez menos, cada vez menos y que era un globo, que flotaba y que subía poco a poco en el aire. Lo que yo sentía no sabía si era que el brazo derecho pesaba menos o que el izquierdo pesaba más, pero de ahí no pasaba. Él seguía dando las órdenes para que actuase pero mi brazo no se levantaba. Eso no subía. Yo pensé "esto no se levanta, debo ser impotente". Pero tras pensar la tontería esta y seguir escuchando las órdenes de Mario para que mi brazo se moviese empecé a sentir que sin yo quererlo mi brazo se levantaba poco a poco. Y subía. Y seguía subiendo. No sabía por qué ni cómo pero aquello estaba funcionando. Mi brazo se elevaba sin ser yo el que le daba la órden de hacerlo. Estaba doblegado a la voluntad de Mario.

Lo siguiente que dijo es que había viento. Un viento que llevaba mi brazo de derecha a izquierda. Yo lo que iba sintiendo es que mi brazo se movía sólo hacia la izquierda.La primera vez que sentí el músculo moverse solo me asusté bastante porque es verdad que mi brazo había subido, pero es que ahora se estaba ladeando y no había viento ninguno. Estábamos en un aula cerrada. Luego me acostumbre y siguió moviéndose con tranquilidad.

Me quiso despertar no sin antes decirme que cuando mirase a los demás me entrarían muchísimas ganas de reírme. Que estaba muy alegre y contento y que me entrarían muchas ganas de reírme. Lógicamente, en cuando me despertó no podía parar de reír si los miraba. Era una sensación muy divertida pero a la vez extraña porque no me reía por nada en especial. Era la típica risa tonta. Simplemente me hacía gracia y, por lo tanto, reía. De hecho, miraba a todos los de mi alrededor y me reía mucho, pero cuando miraba a una chica que estaba también allí es que no podía parar de reírme. Era mirarla a ella especialmente y me hacía gracia todo. No podía parar de reírme al verla.

A todo esto mi brazo seguía arriba y ladeándose, sin que yo pudiera bajarlo. De hecho, me volió a meter otra vez en estado de hipnosis y me ordenó que fuese bajando el brazo poco a poco y así ocurrió. Parece ser que estuve acumulando órdenes y que cuando tenía que reírme también estaba intentando realizar la órden del brazo que era anterior. No es bueno que cuando uno está en estado de hipnosis acumule órdenes así, por lo tanto me iba diciendo que las finalizase y comenzábamos con otra cosa.
En ese momento ya estábamos el otro chico y y en estado de hipnosis. Sentados medianamente cerca. Nos dijo que al despertar nos entrarían muchas ganas de cambiarnos de sitio y que luego no sabríamos por qué lo hicimos. Y así pasó. Chasqueó los dedos para hacernos despertar y nos cambiamos de sitio. Nos volvió a dormir y al despertarnos de nuevo me dice "¿y qué haces ahí? Ese no era tu sitio, ¿no?". Nos habíamos cambiado de sitio sin saber muy bien por qué. Sólo sabíamos que él nos lo había ordenado y así lo hicimos.
Nos metió otra vez en estado de hipnosis y la gente le preguntaba sobre la hipnosis y cómo funcionaba. A mi también me surgieron dudas en ese momento, pero no era capaz de preguntarlas porque yo estaba en estado hipnótico. No tenía mi voluntad para hacerlo. Cuando me despertó se lo dije. "Oye, Mario, cuando me duermes soy consciente de todo y me entero pero yo te quiero hacer preguntas y no puedo. Y ahora al despertar ya no me acuerdo de lo que te quería preguntar." Entonces me introdujo de nuevo en el estado de hipnosis y me ordenó que ahora sí me acordaría de lo que estaba pensando. Y efectivamente, todo lo que iba pensando pude preguntárselo al despertar.
Finalmente me odenó que cuando dijese mi nombre yo tendría que decir "¡VIVA LA MAGIA!". Y, como ya puedes imaginarte, así pasó. Decía mi nombre y a mi me entraban muchas ganas de decir "viva la magia". De hecho, al finalizar la sesión ya para irnos habló de mi por mi nombre y yo grité "¡viva la magia!" Aunque me quise aguantar un poco, pero no pude.
Espero que ahora cuando me lo encuentre por la calle y me diga "Hola, ¿qué tal estas, Luis?" No vaya yo pegando gritos y me multen por exaltacion y apología de la magia en lugares públicos.
Fue una sensación alucinante. Desde aquí le doy las gracias mil y una vez a Mario por hacernos pasar tan buen rato, por habernos enseñado tanto y, por supuesto, ¡VIVA LA MAGIA!


4 comentarios:

covman dijo...

Yo hace mucho que me hipnotice, pero no cai del todo. Se me levantaba el brazo y no recordaba el numero 6 (tenia 11 dedos!!!). Pero no hacia otras cosas.

Magia dijo...

Supongo que eso depende de cómo de profundo entres en el estado de hipnosis. Hay cosas que funcionan mejor que otras (supongo que porque serán más fáciles...).

Claudio dijo...

Yo conozco un poco a Mario, una vez me acerque al pub de música y magia donde impartía clases de magia. Nunca me han hipnotizado pero es algo que está en mi lista de cosas pendientes, y más cuando he leído esta entrada. Un saludo Luis.

Magia dijo...

Pues si nunca te ha hipnotizado, Claudio, te recomiendo que lo hagas al menos una vez en la vida, porque es una sensación impresionante.
Desgraciadamente el pub magia y música está cerrado ahora mismo, pero durante años ha habido allí mucha magia. Un saludo

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