Los magos, en palabras del maestro Juan Tamariz, "somos aquellas personas que sacrificamos nuestra ilusión para crearla en los demás" y no es una labora sencilla, pero vaya que es realmente divertida. ¿Quién no ha sido capaz de aguantarse la sonrisa después de un buen acto ejecutado y muchas caras de asombro? ¿Quién es capaz de ocultar la alegría al pensar en el final de un nuevo efecto aprendido?
La realidad es que aunque es una práctica adictiva, hay una cierta etapa que te marca y es donde te das cuenta de si quieres avanzar realmente con la magia o simplemente fue ese hobby de vacaciones que encontraste repentinamente. Y tal vez una de las características que hay que tener para superar esa barrera sea estar algo loco, o ser muy apasionado, todo depende del punto de vista, dicen.
A lo largo de mi tiempo en la magia he escuchado relatos de compañeros, amigos y demás personas que convivieron mucho o poco con grandes magos, y todos utilizan ciertos adjetivos generales; "loco, extrovertido, desordenado, extravagante, impredecible", o simplemente al verlos en acción, como suele decir un amigo, no sabes cómo lo hace, pero te encanta. Pero lo cierto es que los magos somos personas peculiares en realidad, llenos de anécdotas, experiencias e historias que, ejecutadas por otras personas, serían una completa locura, o si no, ¿qué pensarías si te contaran que un presidente levitó a 10 metros sobre el suelo?, pero cuando te dicen que lo hizo un mago todo cambia.
Ahora, hay hazañas, o más bien sucesos extraños, fuera de lo común que sería difícil de catalogarlos; no diré nombres de quién o quiénes son sus protagonistas, pero dejo a la libre imaginación que intente recrear las escenas relatadas:
- Una vez en un hotel donde se estaban hospedando algunos magos por un evento, uno de ellos dejo la puerta de su habitación abierta, cuando uno de ellos pasó lo vio sentado en una silla con las piernas cruzadas como si estuviera meditando, sólo que no meditaba sino que rompía cartas, y todo el suelo estaba lleno de cartas, levantó la cabeza de las cartas, miró al mago que pasaba, sonrió y siguió rompiendo cartas.
- En un congreso de magia, una mesa llena de magos, para variar, estaba disfrutando del descanso hablando y riéndose. Uno de los exponentes de ese día se sentó con ellos sin conocer a nadie, pero como si de sus amigos de toda la vida se trataran, les dijo que tenía un nuevo modo de ejecutar la famosa Rising Card, así que pidió una baraja cualquiera y ofreció la baraja para que escogieran las cartas protagonistas. ¡Hasta 6 cartas dio!, y claro, todo el mundo estaba expectante a ver como lo hacía, lo siguiente que hizo fue pedir un vaso con agua que, claramente, había varios; introdujo la baraja en el vaso de agua, la miró fijamente por unos segundos, cuando concluyó con: "Pues no, hoy no sale" y se marchó igual que llegó.
Como esas hay muchísimas más historias alocadas y absurdas que se viven en el mundo de la magia y por eso me alegro de estar algo loco, porque según he visto, al parecer hay que estarlo y bastante para triunfar en el mundo de la magia.
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Escrito por Sebastian Guevara
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